Parte del libro escrito por Rev. Hagin
Lección 11 – Clases De Oración.
Texto Bíblico: Mateo 21:22; Marcos 11:24; Lucas 22:42.
Verdad Central: Dios está interesado en todo lo que se refiere a nosotros y ha hecho provisión para suplir todas nuestras necesidades a través de la oración.
La traducción de Moffatt (en inglés) de Efesios 6:18 dice lo siguiente: “orando con toda manera de oración…” Otra traducción dice, “orando con todas las clases de oración…”. En la lección de hoy miraremos algunas de las diferentes clases de oración en el Nuevo Testamento.
De la misma manera que hay diferentes numerosas clases de deportes bajo la clasificación general de deportes, también hay muchas diferentes clases de oración que muchas veces ponemos en un montón bajo la categoría general de la oración. Necesitamos comprender que así como hay ciertas reglas que gobiernan ciertos deportes en el área de los deportes, también hay ciertas reglas o principios, leyes espirituales en otras palabras, que gobiernan ciertas clases de oración. Aquellas que tienen que ver con un tipo de oración no tienen que ver necesariamente con otro tipo de oración. En los deportes, las reglas que tienen que ver con el baloncesto no tienen que ver con el fútbol. Si uno tratara de usar las mismas reglas para ambos deportes, se quedaría terriblemente confundido.
Un visitante de Europa fue llevado por su anfitrión a ver un partido de “baseball” en la ciudad de Nueva York. El no sabía mucho acerca de ese juego ya que su país no lo tenía. No podía entender las varias expresiones usadas e hizo muchas preguntas. Nosotros somos así muchas veces espiritualmente hablando. De la misma forma, aunque todas son clases de oración, las mismas reglas no se utilizan o adaptan en cada caso. Si tratas de adaptarlas, te quedarás muy confundido.
La Oración De Petición.
Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.
Marcos 11:24: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.
La clase de oración que es usada más frecuentemente por la mayoría de los cristianos es, sin duda, la oración de petición. Siempre estamos pidiendo o queriendo que Dios haga algo a nuestro favor. Esto es bíblico, por supuesto, ya que El nos ha dicho, “pedid en oración, creyendo…”
La oración de petición debe ser una oración de fe. Esto se trata principalmente de una situación personal. Tiene que ver con tus deseos, con tus necesidades y tus problemas. Tú eres quien oras, no alguien más orando contigo o por ti. No se trata de alguien más poniéndose de acuerdo contigo en oración. Al orar, tú crees que recibes, y si lo haces, recibirás. El está interesado por nuestras necesidades y quiere suplirlas a nuestro favor.
En el Antiguo Testamento Dios les prometió a Su pueblo más que simplemente bendiciones espirituales. El les prometió que prosperarían financiera y materialmente. El les dijo que El quitaría la enfermedad de en medio de ellos y les daría larga vida. “…y yo completaré el número de tus días” (Éxodo 23:26). El les dijo que si guardaban Sus mandamientos, comerían del bien de la tierra.
Dios está tan interesado por Su pueblo hoy en día como lo estaba entonces. El está interesado por todo lo que nos concierne. El ha hecho provisión para nosotros, “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3°Juan 2).
Jesús dijo, “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:11). Debemos darnos cuenta de que es la voluntad de Dios que nuestras necesidades – espirituales, físicas y materiales – estén suplidas.
Algunos creen que deberían concluir todas sus oraciones con las palabras “Si es tu voluntad”. Dicen que este fue el modo en que Jesús oró. Sin embargo, Jesús sólo oró así en una ocasión. Cerca de la tumba de Lázaro, no dijo, “…si es tu voluntad…” El dijo, “Te doy gracias Porque siempre me oyes” Y luego ordenó a Lázaro que saliera.
Esta oración era para cambiar algo. Cada vez que oramos para hacer algo o para cambiar algo, no necesitamos poner la palabra “si” en nuestra oración. Si lo hacemos, estamos usando la regla incorrecta y no obrará resultado. Debemos reclamar la promesa de Dios para nuestra petición y “creer que lo recibiréis…”
¿Qué clase de oración fue en la que Jesús puso un “si”?
La oración De Consagración
Lucas 22:42: “Diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
En el huerto de Getsemaní, Cristo hizo la oración de sumisión, de consagración y dedicación, “…si quieres …pero no se haga mi voluntad…” El quería hacer lo que el Padre quería que El hiciese. No era una oración de petición. No era una oración para obtener algo, o para cambiar algo. Era una oración de consagración.
Cuando consagramos nuestras vidas al servicio de Dios, para ir a cualquier lugar o hacer lo que El quiere que hagamos, hacemos esta clase de oración. En la oración de consagración y dedicación oramos, “si es tu voluntad”.
Cuando se trata de cambiar cosas o de obtener algo de Dios, sin embargo, no oramos, “si es tu voluntad”, ya que ya tenemos la Palabra de Dios al respecto. Sabemos que es Su voluntad de que nuestras necesidades sean suplidas.
Texto Para Memorizar: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18).
Lección 12 – La Oración De Adoración.
Texto Bíblico: Hechos 13:1-4.
Verdad Central: A medida que corazones entregados derraman alabanzas a Dios, el Espíritu Santo se manifestará a Sí mismo en medio de ellos.
Como mencionamos en la última lección, la mayoría de nuestras oraciones son del tipo de la oración de petición. Demasiados de nosotros somos como el niño pequeño que oró, “Señor, me llamo Jaime, dame, dame”. Esta parece la única forma de oración de la que sabemos. Si eso es todo lo que estamos haciendo, me pregunto si a veces el Señor no se cansa de oír – solamente “dame”. Debemos dedicar tiempo a esperar en el Señor y a ministrar al Señor – tiempo durante el cual no le pedimos nada, no le suplicamos nada, pero sólo le ministramos a El.
No sólo necesitamos hacerlo como individuos en nuestras vidas privadas de oración, pero también necesitamos esta clase de culto de oración como grupo. Leemos de un grupo en la iglesia del Nuevo Testamento que tuvo esta clase de culto.
Hechos 13:1-4: “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto a Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre”.
Hoy en día cuando los cristianos se reúnen en la iglesia, nos ministramos más que nada los unos a los otros. Nuestros cultos están designados de ese modo. Cantamos himnos, pero en pocos de ellos ministramos al Señor; nos ministramos los unos a los otros. Cantamos solos o cánticos especiales, pero aun no estamos ministrando al Señor; estamos ministrándonos los unos a los otros. Al orar en la iglesia, nuestra oración es principalmente de petición. Estamos suplicándole al Señor que se mueva en medio nuestro, que se manifieste entre nosotros y que supla nuestras necesidades individuales. Luego cuando el ministro se pone en pie para hablar, el no está ministrando al Señor, sino a la congregación. Cuando el culto se termina, si tenemos tiempo para esperar en el Señor en oración, de nuevo generalmente consiste en la oración de petición. Vamos no necesariamente a ministrar al Señor, sino a orar y a pedirle a Dios a nuestro favor.
Sin embargo, los cristianos de los cuáles hemos leído en la narración de Hechos 13:1-4, se juntaron “ministrando estos al Señor, y ayunando…” (versículo 2). Más de una persona estaba envuelta en este incidente, ya que dice, “ministrando estos al Señor, y ayunando”. Esta es la verdadera oración de adoración.
El Deseo De Dios De Recibir La Alabanza Del Hombre .
Dios hizo al hombre para poder tener a alguien con quien tener comunión. El hizo al hombre para Su propio placer. Es verdad que Dios se interesa en nosotros y quiere suplir toda nuestra necesidad. Pero aun más que eso, El desea nuestro amor, nuestra adoración y comunión con El.
El es nuestro Padre ya que somos nacidos de Dios. No hay padre humano que disfrute la comunión con sus hijos como Dios disfrutarla comunión con sus hijos e hijas.
En una reunión de avivamiento que sostuvimos, yo decidí hacer algo un poco diferente. Después de seis semanas de reuniones, una noche anuncié a la congregación, “Tengamos diferentes clases de reuniones. Durante tres noches de las dos semanas restantes quiero que nos reunamos para ministrar al Señor. Puede que lea de la Biblia un poco y que haga unos pequeños comentarios, pero no voy a predicar. No vamos a venir a pedirle a Dios por nada. Vendremos como un grupo para esperar en el Señor, para ministrar al Señor y para adorarle a El. Si no quieres orar de esa forma, no vengas esas noches particulares.
“No quiero que vengamos y sólo esperemos en El unos diez minutos. Quiero que vengamos con el pensamiento en mente de que esperaremos en El por lo menos una hora en oración, quizás más. Ministraremos al Señor, le alabaremos y le diremos cuánto le amamos, y le agradeceremos por Sus bondades y misericordia”.
Uno puede haber esperado que el grupo hubiera disminuido en esas noches, pero no. El grupo fue el mismo y vino a alabar al Señor. Me di cuenta que querían esperar en el Señor. Y en esa clase de ambiente, Dios nos ministró a nosotros de formas poco frecuentes. Aunque eso ocurrió hace muchos años, aun veo resultados hoy de las cosas que el Señor me habló, las cuales me convencen de que pasamos por alto muchas bendiciones porque no tomamos tiempo para ponemos en la actitud de adoración correcta y para ministrar al Señor.
El Poder De La Alabanza.
Permite que llame tu atención al hecho de que este es el tipo de ambiente en el cual Dios se mueve. “Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo…” Con corazones sometidos al Señor, llenos de amor y alabanza, el Espíritu Santo puede manifestarse a Sí mismo y hacer saber la voluntad de Dios y Su dirección para las vidas de Sus hijos.
Cierto ministro me contó una experiencia que tuvo, la cual ilustra el poder de la alabanza. Una vez al empezar su ministerio, mientras era un joven evangelista, se hospedó en la casa del pastor durante una de sus reuniones de avivamiento. Durante la noche una llamada vino para el pastor para que fuera a orar por un bebé que estaba teniendo convulsiones. Al pastor lo habían llamado de otra ciudad para que fuera a predicar un entierro, pero la esposa del pastor le pidió a este joven evangelista si quería ir con ella y con otros fieles cristianos para orar por el niño enfermo.
Relatándome dicha experiencia, el me dijo, “Reprendimos al diablo, oramos tan fuertemente como nuestras voces podían orar y seguimos todos los rituales que a veces sentimos que hemos de hacer para que Dios oiga nuestras oraciones. Después de cuarenta minutos de tal rigurosa oración, el niño no estaba mejor, sino que continuaba con convulsiones.
“Yo había hecho todo lo que sabía hacer. Había hecho todo lo que había visto hacer. Pero nada pasó. Luego al callarme, pareció que el grupo que se había reunido allí para orar también se puso en silencio. Luego la esposa del pastor empezó a decir suavemente, ‘Gloria a Dios, gloria a Dios’, y alabanzas empezaron a brotar de sus labios. Ella continuó en ese espíritu de alabanza durante diez minutos. Finalmente, uno por uno todos lo tomaron hasta que todos nosotros estábamos alabando a Dios. En medio de aquella atmósfera, las convulsiones de aquel niño cesaron y él se durmió.
“Nosotros nos quedamos de pie durante un rato regocijándonos en el Señor. Luego mientras estábamos hablando, el niño se despertó y volvió a las convulsiones. Nos alarmamos y empezamos a orar y a reprender al diablo. Ungimos al niño con aceite y pusimos las manos sobre él. Seguirnos las maniobras de costumbre nuevamente, pero nada parecía ayudar.
“Luego nos aquietamos nuevamente, la esposa del pastor empezó a alabar al Señor, ministrando al Señor y diciéndole cuánto le amaba. Todos nos unimos a ella y muy pronto las convulsiones del niño cesaron y se durmió, permanentemente sanado. Aquella noche fui testigo del poder de la alabanza.
Esta es una ocasión en la que la oración de adoración trajo resultado cuando nada más pudo hacerlo. A medida que los creyentes, como aquellos en la Primera Iglesia estaban “ministrando al Señor”, el Espíritu Santo se movió e hizo manifiesto el enorme poder de Dios.
Texto Para Memorizar: “Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;
Texto Bíblico: Mateo 21:22; Marcos 11:24; Lucas 22:42.
Verdad Central: Dios está interesado en todo lo que se refiere a nosotros y ha hecho provisión para suplir todas nuestras necesidades a través de la oración.
La traducción de Moffatt (en inglés) de Efesios 6:18 dice lo siguiente: “orando con toda manera de oración…” Otra traducción dice, “orando con todas las clases de oración…”. En la lección de hoy miraremos algunas de las diferentes clases de oración en el Nuevo Testamento.
De la misma manera que hay diferentes numerosas clases de deportes bajo la clasificación general de deportes, también hay muchas diferentes clases de oración que muchas veces ponemos en un montón bajo la categoría general de la oración. Necesitamos comprender que así como hay ciertas reglas que gobiernan ciertos deportes en el área de los deportes, también hay ciertas reglas o principios, leyes espirituales en otras palabras, que gobiernan ciertas clases de oración. Aquellas que tienen que ver con un tipo de oración no tienen que ver necesariamente con otro tipo de oración. En los deportes, las reglas que tienen que ver con el baloncesto no tienen que ver con el fútbol. Si uno tratara de usar las mismas reglas para ambos deportes, se quedaría terriblemente confundido.
Un visitante de Europa fue llevado por su anfitrión a ver un partido de “baseball” en la ciudad de Nueva York. El no sabía mucho acerca de ese juego ya que su país no lo tenía. No podía entender las varias expresiones usadas e hizo muchas preguntas. Nosotros somos así muchas veces espiritualmente hablando. De la misma forma, aunque todas son clases de oración, las mismas reglas no se utilizan o adaptan en cada caso. Si tratas de adaptarlas, te quedarás muy confundido.
La Oración De Petición.
Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.
Marcos 11:24: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.
La clase de oración que es usada más frecuentemente por la mayoría de los cristianos es, sin duda, la oración de petición. Siempre estamos pidiendo o queriendo que Dios haga algo a nuestro favor. Esto es bíblico, por supuesto, ya que El nos ha dicho, “pedid en oración, creyendo…”
La oración de petición debe ser una oración de fe. Esto se trata principalmente de una situación personal. Tiene que ver con tus deseos, con tus necesidades y tus problemas. Tú eres quien oras, no alguien más orando contigo o por ti. No se trata de alguien más poniéndose de acuerdo contigo en oración. Al orar, tú crees que recibes, y si lo haces, recibirás. El está interesado por nuestras necesidades y quiere suplirlas a nuestro favor.
En el Antiguo Testamento Dios les prometió a Su pueblo más que simplemente bendiciones espirituales. El les prometió que prosperarían financiera y materialmente. El les dijo que El quitaría la enfermedad de en medio de ellos y les daría larga vida. “…y yo completaré el número de tus días” (Éxodo 23:26). El les dijo que si guardaban Sus mandamientos, comerían del bien de la tierra.
Dios está tan interesado por Su pueblo hoy en día como lo estaba entonces. El está interesado por todo lo que nos concierne. El ha hecho provisión para nosotros, “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3°Juan 2).
Jesús dijo, “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:11). Debemos darnos cuenta de que es la voluntad de Dios que nuestras necesidades – espirituales, físicas y materiales – estén suplidas.
Algunos creen que deberían concluir todas sus oraciones con las palabras “Si es tu voluntad”. Dicen que este fue el modo en que Jesús oró. Sin embargo, Jesús sólo oró así en una ocasión. Cerca de la tumba de Lázaro, no dijo, “…si es tu voluntad…” El dijo, “Te doy gracias Porque siempre me oyes” Y luego ordenó a Lázaro que saliera.
Esta oración era para cambiar algo. Cada vez que oramos para hacer algo o para cambiar algo, no necesitamos poner la palabra “si” en nuestra oración. Si lo hacemos, estamos usando la regla incorrecta y no obrará resultado. Debemos reclamar la promesa de Dios para nuestra petición y “creer que lo recibiréis…”
¿Qué clase de oración fue en la que Jesús puso un “si”?
La oración De Consagración
Lucas 22:42: “Diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
En el huerto de Getsemaní, Cristo hizo la oración de sumisión, de consagración y dedicación, “…si quieres …pero no se haga mi voluntad…” El quería hacer lo que el Padre quería que El hiciese. No era una oración de petición. No era una oración para obtener algo, o para cambiar algo. Era una oración de consagración.
Cuando consagramos nuestras vidas al servicio de Dios, para ir a cualquier lugar o hacer lo que El quiere que hagamos, hacemos esta clase de oración. En la oración de consagración y dedicación oramos, “si es tu voluntad”.
Cuando se trata de cambiar cosas o de obtener algo de Dios, sin embargo, no oramos, “si es tu voluntad”, ya que ya tenemos la Palabra de Dios al respecto. Sabemos que es Su voluntad de que nuestras necesidades sean suplidas.
Texto Para Memorizar: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18).
Lección 12 – La Oración De Adoración.
Texto Bíblico: Hechos 13:1-4.
Verdad Central: A medida que corazones entregados derraman alabanzas a Dios, el Espíritu Santo se manifestará a Sí mismo en medio de ellos.
Como mencionamos en la última lección, la mayoría de nuestras oraciones son del tipo de la oración de petición. Demasiados de nosotros somos como el niño pequeño que oró, “Señor, me llamo Jaime, dame, dame”. Esta parece la única forma de oración de la que sabemos. Si eso es todo lo que estamos haciendo, me pregunto si a veces el Señor no se cansa de oír – solamente “dame”. Debemos dedicar tiempo a esperar en el Señor y a ministrar al Señor – tiempo durante el cual no le pedimos nada, no le suplicamos nada, pero sólo le ministramos a El.
No sólo necesitamos hacerlo como individuos en nuestras vidas privadas de oración, pero también necesitamos esta clase de culto de oración como grupo. Leemos de un grupo en la iglesia del Nuevo Testamento que tuvo esta clase de culto.
Hechos 13:1-4: “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto a Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre”.
Hoy en día cuando los cristianos se reúnen en la iglesia, nos ministramos más que nada los unos a los otros. Nuestros cultos están designados de ese modo. Cantamos himnos, pero en pocos de ellos ministramos al Señor; nos ministramos los unos a los otros. Cantamos solos o cánticos especiales, pero aun no estamos ministrando al Señor; estamos ministrándonos los unos a los otros. Al orar en la iglesia, nuestra oración es principalmente de petición. Estamos suplicándole al Señor que se mueva en medio nuestro, que se manifieste entre nosotros y que supla nuestras necesidades individuales. Luego cuando el ministro se pone en pie para hablar, el no está ministrando al Señor, sino a la congregación. Cuando el culto se termina, si tenemos tiempo para esperar en el Señor en oración, de nuevo generalmente consiste en la oración de petición. Vamos no necesariamente a ministrar al Señor, sino a orar y a pedirle a Dios a nuestro favor.
Sin embargo, los cristianos de los cuáles hemos leído en la narración de Hechos 13:1-4, se juntaron “ministrando estos al Señor, y ayunando…” (versículo 2). Más de una persona estaba envuelta en este incidente, ya que dice, “ministrando estos al Señor, y ayunando”. Esta es la verdadera oración de adoración.
El Deseo De Dios De Recibir La Alabanza Del Hombre .
Dios hizo al hombre para poder tener a alguien con quien tener comunión. El hizo al hombre para Su propio placer. Es verdad que Dios se interesa en nosotros y quiere suplir toda nuestra necesidad. Pero aun más que eso, El desea nuestro amor, nuestra adoración y comunión con El.
El es nuestro Padre ya que somos nacidos de Dios. No hay padre humano que disfrute la comunión con sus hijos como Dios disfrutarla comunión con sus hijos e hijas.
En una reunión de avivamiento que sostuvimos, yo decidí hacer algo un poco diferente. Después de seis semanas de reuniones, una noche anuncié a la congregación, “Tengamos diferentes clases de reuniones. Durante tres noches de las dos semanas restantes quiero que nos reunamos para ministrar al Señor. Puede que lea de la Biblia un poco y que haga unos pequeños comentarios, pero no voy a predicar. No vamos a venir a pedirle a Dios por nada. Vendremos como un grupo para esperar en el Señor, para ministrar al Señor y para adorarle a El. Si no quieres orar de esa forma, no vengas esas noches particulares.
“No quiero que vengamos y sólo esperemos en El unos diez minutos. Quiero que vengamos con el pensamiento en mente de que esperaremos en El por lo menos una hora en oración, quizás más. Ministraremos al Señor, le alabaremos y le diremos cuánto le amamos, y le agradeceremos por Sus bondades y misericordia”.
Uno puede haber esperado que el grupo hubiera disminuido en esas noches, pero no. El grupo fue el mismo y vino a alabar al Señor. Me di cuenta que querían esperar en el Señor. Y en esa clase de ambiente, Dios nos ministró a nosotros de formas poco frecuentes. Aunque eso ocurrió hace muchos años, aun veo resultados hoy de las cosas que el Señor me habló, las cuales me convencen de que pasamos por alto muchas bendiciones porque no tomamos tiempo para ponemos en la actitud de adoración correcta y para ministrar al Señor.
El Poder De La Alabanza.
Permite que llame tu atención al hecho de que este es el tipo de ambiente en el cual Dios se mueve. “Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo…” Con corazones sometidos al Señor, llenos de amor y alabanza, el Espíritu Santo puede manifestarse a Sí mismo y hacer saber la voluntad de Dios y Su dirección para las vidas de Sus hijos.
Cierto ministro me contó una experiencia que tuvo, la cual ilustra el poder de la alabanza. Una vez al empezar su ministerio, mientras era un joven evangelista, se hospedó en la casa del pastor durante una de sus reuniones de avivamiento. Durante la noche una llamada vino para el pastor para que fuera a orar por un bebé que estaba teniendo convulsiones. Al pastor lo habían llamado de otra ciudad para que fuera a predicar un entierro, pero la esposa del pastor le pidió a este joven evangelista si quería ir con ella y con otros fieles cristianos para orar por el niño enfermo.
Relatándome dicha experiencia, el me dijo, “Reprendimos al diablo, oramos tan fuertemente como nuestras voces podían orar y seguimos todos los rituales que a veces sentimos que hemos de hacer para que Dios oiga nuestras oraciones. Después de cuarenta minutos de tal rigurosa oración, el niño no estaba mejor, sino que continuaba con convulsiones.
“Yo había hecho todo lo que sabía hacer. Había hecho todo lo que había visto hacer. Pero nada pasó. Luego al callarme, pareció que el grupo que se había reunido allí para orar también se puso en silencio. Luego la esposa del pastor empezó a decir suavemente, ‘Gloria a Dios, gloria a Dios’, y alabanzas empezaron a brotar de sus labios. Ella continuó en ese espíritu de alabanza durante diez minutos. Finalmente, uno por uno todos lo tomaron hasta que todos nosotros estábamos alabando a Dios. En medio de aquella atmósfera, las convulsiones de aquel niño cesaron y él se durmió.
“Nosotros nos quedamos de pie durante un rato regocijándonos en el Señor. Luego mientras estábamos hablando, el niño se despertó y volvió a las convulsiones. Nos alarmamos y empezamos a orar y a reprender al diablo. Ungimos al niño con aceite y pusimos las manos sobre él. Seguirnos las maniobras de costumbre nuevamente, pero nada parecía ayudar.
“Luego nos aquietamos nuevamente, la esposa del pastor empezó a alabar al Señor, ministrando al Señor y diciéndole cuánto le amaba. Todos nos unimos a ella y muy pronto las convulsiones del niño cesaron y se durmió, permanentemente sanado. Aquella noche fui testigo del poder de la alabanza.
Esta es una ocasión en la que la oración de adoración trajo resultado cuando nada más pudo hacerlo. A medida que los creyentes, como aquellos en la Primera Iglesia estaban “ministrando al Señor”, el Espíritu Santo se movió e hizo manifiesto el enorme poder de Dios.
Texto Para Memorizar: “Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;
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